sábado, 16 de febrero de 2008

Mi mundo.

Ella era perfecta. Sus ojos eran perfectos. Su sonrisa era perfecta. Sus pechos eran perfectos. Toda ella. Todo su mundo en su mano. Todo mi mundo en su mano. Abarcaba las calles con su mirada. Asombraba al mundo su presencia. Toda ella. Era sol. Era luna. Era viento. Lluvia. Noche. Mi vida. Todo eso era. Ella era mis ojos. Ella era mi boca. Ella era mis ganas y mi miedo. Eso era ella. Y un día desperté. Sin mi mujer que no era. Y luego otro día. Y otro. Y otro. Otro. Solo. Y solo. Muy solo. Y un día ya no tenía que hacer. Bajo montañas de escombro mi corazón se derretía. Me sobraba llanto. Me faltaba destino. Todo era un atentado. Casa sin vida. Mesa sin platos. Vasos vacíos. Pan sin migas. Teléfonos muertos. Un día todo era nada. Y yo que ni cuenta me habia dado.

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