sábado, 16 de febrero de 2008

Poemas ganadores de concursos. F. Cathedra / Ed. Dunken / Ed. Nueva Ser

Despedida.

Lo malo de una despedida
son las verdades descubiertas
por el hilo de sonido que expenden bocas ajenas.
Lo malo de una despedida
son los llantos inservibles,
las falsas esperanzas.
Lo malo es darse cuenta
que ninguno tuvo razón
porque nunca se usó la razón.
Lo malo es volver a casa con el estomago vacío
y alimentarlo con agravios.

Es cerrar la puerta sin llave.
Tomar de tu vaso vacio.

Lo malo de una despedida
son las cobardías que congelan las verdades.
Lo malo es que ya no es lo que era antes.

Presente.


Y ahora ella es aire.
Brisa permanente girando sobre la cumbre de mis ganas.
Quieta como quien espera el amanecer en una playa
aguardando que el olvido desaparezca
por el foro de la noche .
Atraída por sílabas y besos.
Silenciosa como costa en calma.
Ella es manzana sin morder.
Boca que no abre pero no cierra.

Y yo aqui, mirando el cielo como el pasto mira al rocìo.
Rocío de mañana, fresca su voz.
Sus ojos.
Su nombre.


Punto y aparte.

No era una espina. Era una rosa.
Una fragata me esperaba a lo largo de la noche
que se apagaba lentamente
a la par de una vela que se ahogaba.
Encontré su boca sin pedir permiso.
La besé. Besé su cáscara, su pulpa.
Su raíz.
Sembré caricias de otra temporada.
No era mármol. No era hierro.
Sabía a cereza. A fruta.

Y el lugar en el mundo era otro. Con otro color.
Un aroma simple como la miel. Disímil.
Y aparecieron verdades que no se extirpaban del brazo.
Tampoco de mis ojos.
Mucho menos de mi boca.
Punto.

Puerta.

Sobre estas calles corrían tus sandalias.
Bajo este techo imaginabas un futuro.
Sobre esta silla me juraste eternidad.
El vaso que eligieron tus ojos.
La mesa que recomendó tu boca.
Estas sábanas agrietadas al compás de tus alaridos.

Son, en parte, una parte de mi miedo.
Un pedazo de tu torta.
Una cadena de elementos que hoy me atrasan.
Me encadenan. Me asfixian.

Y pensar que sobre estas calles camino.
Bajo este techo respiro.
De ese vaso me refresco.
Sobre esas sabanas me arrastro.

Amarrada a esa puerta, tu sonrisa se ensanchaba.
Tu voz se hacia canción.
Tus brazos me alineaban.

Pensar que hoy, es solo una puerta.
Una simple puerta cerrada.

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